miércoles, 16 de marzo de 2011

TELEFE: pantalla de una puja cultural

Por Sebastián Griffin

La historia de TELEFE en los últimos 20 años parece ser un espejo de los derroteros por los cuales transitó nuestro país en ese mismo periodo. Una Argentina en la que se vivió una puja cultural de dos visiones de país diferentes: Neoliberalismo de los 90 versus Estado presente y memoria, representada por la Argentina del Bicentenario. Estas visiones transitaron, y transitan, por las pantallas del viejo canal 11, porque como señala el periodista Luis Brunschtein “La televisión es así. Multiplica los rasgos de identificación de un momento determinado, los explota al máximo y cuando los tiempos cambian tienen que cambiar las caras que están identificadas con ese momento.” El cambio de tiempo que señala Brunchstein, es la victoria de un discurso subalterno que se vuelve hegemónico, y en la argentina del Bicentenario, significó un triunfo cultural.

El menemismo y “Doña Rosa”

Hacia finales de los 80, las crisis económicas producto de la insistencia en medidas liberales, llevaron al gobierno de Raúl Alfonsín a llamar a elecciones anticipadas por las cuales accedió al poder Carlos Saúl Menem. Salariazo y Revolución Productiva fue su latiguillo de campaña, que fue solo eso, por que de la mano del Riojano llegó la profundización del modelo económico-cultural iniciado por la dictadura de 1976.

Privatizaciones, desregulación, flexibilización laboral, desempleo, fueron las premisas del modelo neoliberal que se tradujo en el orden cultural. Frai Betto, Escritor - Teólogo de la liberación, explica que bajo el modelo neoliberal “se privatiza el existir, que se encierra en un individualismo que se jacta de su indiferencia ante los dramas ajenos, y predomina la insensibilidad ante las cuestiones colectivas. La ética cede el lugar a la estética. La política es mirada con disgusto, y la vida como un videoclip anabolizado por el dinero, la fama y la belleza”.

Las privatizaciones llegaron a los canales de aire, canal 13 y canal 11. La licitación del 11 la ganó la sociedad Televisión Federal S.A. (TELEFE), integrada por Editorial Atlántida. A partir de ese momento TELEFE se transformó en uno de los pilares de la comunicación y la multiplicación del modelo cultural menemista. Gracias a una programación vacía de contenido, destinada a la distracción y el entretenimiento, en cuyo horario prime time se situaba el programa Tiempo Nuevo de Bernardo Neustadt y Mariano Grondona, la exaltación de las premisas menemistas podían llegar a la casa de “Doña Rosa” sin interferencias."Tiempo Nuevo" era un programa político clásico, con periodistas en el rol de entrevistadores e invitados, que de inmediato se convirtió en el escenario ideal para el desfile de funcionarios buscando justificar cada paso que profundizaba el remate del país. Brunchstein sostiene que en ese lugar Neustadt fue “el producto de una época, el gran decodificador y amplificador de significados para la construcción de un sentido común mezquino y soterráneamente violento”.

Neustadt, con picos de 30 puntos de raiting, le hablaba a Doña Rosa “símbolo de la clase media desinformada, prejuiciosa, manipulable” según el periodista Diego Martínez, mientras en el aire brindaba con Champagne con Menem, al tiempo que éste daba la orden para desguazar los ferrocarriles. A su vez, alrededor de Tiempo Nuevo, se configuró una grilla con una serie de programas basados en el pasatiempo, el costumbrismo, la banalidad y la trivialidad.

“Ritmo de la Noche” y “Videomatch”, los primeros pasos de Marcelo Tinelli en TV, fueron programas de humor que se transformaron en éxitos inmediatos y un símbolo de época. “Jugate Conmigo” conducido por Cris Morena transitaba en el mismo sentido. “Hola Susana, te estamos llamando” constituyó un ladrillo mas de la “pizza con champagne”, la exaltación de la fama y los personajes corruptos. En el orden de la ficción, el costumbrismo liviano, el humor, y la picaresca prevalecieron con “La familia Benvenuto”, “Brigada Cola”, “Grande Pa”, “Amigos son los amigos” y “Mi cuñado”. Esta programación vacía de contenido crítico y cuestionador de las problemáticas sociales, configuró la reproducción comunicacional ideal del modelo cultural neoliberal menemista.

Sin embargo, como señala Brunchstein, los tiempos cambian y hacia fines de los 90, el discurso del 1 a 1 comenzó a entrar en crisis de la mano de niveles de desempleo y pobreza record. Martínez en ese sentido ironiza que “Doña Rosa cada día toleraba menos que le hablaran desde el núcleo del poder y pedía al menos un poco de disimulo”. El 22 de diciembre de 1997 el director de Telefe, Gustavo Yankelevich, decidió que esa fue la ultima emisión de “Tiempo Nuevo”, el último programa político que tendría el canal.

De esta forma se abrió una nueva etapa en TELEFE. En 1998 Telefónica de Argentina, compró el paquete accionario. El país con el ascenso de Antonio De la Rua, vivió los últimos coletazos de la mentira de la convertibilidad que terminó en el estallido social del 2001, el estallido del modelo cultural neoliberal. Es así que nuevos discursos, historias, verdades surgieron desde una sociedad efervescente y aguda en su ojo crítico. Los primeros años del siglo XXI fueron fugaces y vertiginosos, se pusieron a la luz las consecuencias de los 90. La marginalidad, la exclusión se hizo patente desde la voz del pueblo movilizado y se convirtieron en sangre con Kosteki y Santillán.

Hacia la Argentina del Bicentenario

En Mayo de 2003, luego de triunfar frente a Carlos Menem, Néstor Kirchner asumió la presidencia de la Nación. En su discurso, señaló que no olvidaría sus convicciones en la puerta de la Casa Rosada, y con el recuerdo de las Madres de Plaza de mayo y sus hijos, “mis compañeros”, un nuevo modelo cultural se legitimo desde el poder político.

Dentro de esta realidad, TELEFE comenzó a incluir contenido político dentro de su grilla, pero desde diferentes formatos. El canal produjo ficciones exitosas en donde la memoria y la crítica social se hicieron presentes. "Resistiré", "Vidas Robadas" y "Montecristo", desde diversos ángulos abordaron a la temática del secuestro de personas rememorando a los desaparcidos de la última dictadura. Televisión por la identidad, retomó las historias de los nietos apropiados, y los llevó a la pantalla.

Por otro lado el canal apostó al revisionismo histórico con Mario Pergolini al frente en el reality Show el "Gen Argentino" y los especiales de "Algo habrán hecho", en este caso secundado por Felipe Pigna. Mientras que en el orden periodístico "La Liga" y "Ser Urbano", intentaron entregar la cámara a ese “otro” olvidado y arrojado al margen del entramado social.

De este modo TELEFE se adaptó, con buen tacto y sensibilidad, al nuevo tiempo de una Argentina que se animaba a ahondar en debates impensados poco tiempo atrás. La revalorización del papel del estado se vislumbraba en la Asignación Universal por Hijo y la estatización de las AFJP. La Ley de Servicios Audiovisuales y la Ley de Matrimonio Igualitario demostraron que había una sociedad dispuesta a institucionalizar el nuevo modelo cultural.

En este escenario, TELEFE, desde su programación, supo como ubicarse en la “estela del bicentenario”. La que Ricardo Forster retrata en “La anomalía argentina”, como el lugar donde “regresamos sobre las antiguas querellas, no para cristalizar lo que nos remite a otro país, sino para reafirmar la convicción tallada intensamente en el cuerpo de nuestra joven democracia de que no hay posibilidad alguna de recrear la Nación olvidando los caminos recorridos, dejando atrás sin desatarlos, los nudos de nuestros litigios.”

Es por eso que los relatos del pasado formaron parte de un continuo litigio simbólico durante la ultima década, litigio en el que TELEFE decidió sumarse entendiendo el nuevo tiempo social, colaborando en la redención de la memoria de quienes dejaron la vida por un país mas justo y reflejando la institucionalización del modelo cultural del Bicentenario.

Nos miramos por TV

Por Malvina Liberatore

Bernardo Neustadt es recuerdo, no sólo por haber fallecido hace casi tres años, sino porque el modelo de programa político, cuya figura representaba a la perfección, dejó de existir tanto en Telefé, como en gran parte de los canales de aire; para mencionar algunos ejemplos: Día D, conducido por Jorge Lanata por América, Dos en la noticia, conducido por Magdalena Ruiz Guiñazú y Joaquín Morales Solá por Canal 9.

Fue el primer periodista a quien no se le permitió continuar con este tipo de programa: "No tiene rating", "su estilo quedó viejo", dijo Gustavo Yankelevich hacia el año 1997, cuando rescindió el contrato y nunca más dio lugar a ninguna emisión que se le asemejara.
Según Jorge Lanata, quien se reunió con Neustadt en 1998 para hablar de esta cuestión, “Telefe le había propuesto firmar un contrato por rating, en el que lo obligaba a no bajar nunca de los 12 puntos. En caso contrario, levantaban Tiempo nuevo. Con Menem fuera del poder, Neustadt había iniciado su lento pero inexorable declive”. Jorge Lanata dice haberle recomendado que deje el programa, que si tenía plata en el Banco, que deje.
Y Neustadt dejó.

La televisión y la sociedad se funden en un proceso de retroalimentación: Por un lado, la producción de contenidos en función de los acontecimientos que transcurren y las demandas de la audiencia. Por la otra parte, el consumo de productos audiovisuales a partir de lo que el medio ofrece y en busca de puntos de identificación.
En este sentido, puede decirse que durante la década del 90 Telefé adhirió al modelo Neoliberal que tenía lugar en nuestro país y eso pudo verse a través de la pantalla.

Telefé: Década del 90

En 1989, Carlos Menem propuso la privatización de los canales estatales 11 y 13. Para participar de las licitaciones, se formó la sociedad Televisión Federal S.A. (TELEFE), con la participación de Editorial Atlántida y ocho canales privados de las provincias: Canal 8 Córdoba, Canal 9 Bahía Blanca, Canal 11 Salta, Canal 5 Rosario, Canal 8 Tucumán, Canal 8 Mar del Plata, Canal 13 Santa Fe y Canal 7 Neuquén.
La licitación la obtuvo Arte Radiotelevisivo Argentino (Artear). No obstante, al ya tener en su poder a Canal 13, este grupo decidió dejar Canal 11 y pasó a manos de Televisión Federal hasta el año 1998, cuando el paquete accionario perteneció a otra firma.
A lo largo de esta década, el análisis de lo que transcurría a nivel político y económico en la Argentina, gozaba de lugar en Tiempo Nuevo. Se trataba de una emisión semanal (martes, 22hs) en la que se invitaba, para entrevistar y generar debates, a políticos, preferentemente a aquellos que formaban parte del modelo Neoliberal. Por allí pasaron, entre otros: Álvaro y María Julia Alzogaray, Carlos Menem, Antonio Bussi, Antonio Erman González.
Mientras tanto, las ficciones o programas de entretenimiento del canal no estaban atravesadas por temáticas de índole social o política, sino que se limitaban a representar los aspectos triviales, costumbristas y familiares de la sociedad que podían verse en programas como: Grande Pá, La familia Benvenuto, Amigos son los amigos, Mi Cuñado, Ritmo de la noche.

La política no tenía otro espacio que no fuera el de Tiempo Nuevo, cuyo conductor se reconocía menemista, avalando así el modelo de los 90. Años después será de público conocimiento, según relevamientos del INDEC, que “el mayor deterioro se registró en el campo social. Se estima que hay 14 millones de pobres, entre 1991 y 2000 el número de desocupados se triplicó y en octubre del 2000 la desigualdad en la distribución de los ingresos fue récord. Así, en la Capital y el Gran Buenos Aires, el 10 por ciento más rico de la población gana 26 veces más que el 10 por ciento más pobre, cuando en 1991 esa brecha era de 15 veces”.

Telefé: Fines de la década del 90 hasta la actualidad

En 1998, el paquete accionario de Telefe fue comprado por Telefónica de Argentina. Este cambio trajo aparejado otros de índole sustancial en lo que respecta a la grilla de programación y los formatos de contenido televisivo.
En 2001 se adquirieron los derechos del Reality Show Gran Hermano; en 2003 comenzó Operación Triunfo, otro Reality con características diferentes. De este modo, Telefé comienza a incluir nuevos formatos, sin suprimir las telenovelas del mediodía o la noche, pero sí dándoles un tinte de mayor compromiso social e incluyendo temáticas que involucran las funciones del Estado y que abrazan a un amplio sector de la sociedad Argentina. Se comienza a dar espacio a aquello que puede reconocerse como: La Argentina oscura.
La política, ahora, cambia de estado. Deja de existir Tiempo Nuevo. Las ficciones se tornan más complejas. El formato periodístico pasa a tener como escenario a la calle, ya no a un estudio de televisión con una mesa redonda y un fondo especialmente decorado.
Esto acontece porque las discusiones políticas ya no quedan en el comedor de las casas y comienzan a apropiarse de otros espacios; espacios públicos, de debate mayormente compartido; centros culturales barriales, redes sociales, auge de Blogs, foros de discusión.
La telenovela Los Roldán (Telefé, 2004) contribuye a la naturalización de la elección del sexo, en el marco de una sociedad en que comienza a ser de mayor conocimiento el maltrato social al que se someten las personas de esta condición sexual. Botineras (Telefé, 2010) aparece mostrando a dos jugadores de fútbol homosexuales, en un contexto social en que el debate por la Ley de Matrimonio Igualitario está instalado y generando diversidad de posturas y opiniones.

Algunos ejemplos de la inclusión de aspectos políticos en ficciones de la programación de Telefé son: Resistiré (2003), que toca la temática del mercado negro de órganos; Montecristo (2006), donde el padre del mejor amigo del protagonista está vinculado a asuntos relacionados con un centro clandestino en la dictadura militar; Vidas Robadas (2008), historia que se desarrolla en el marco del secuestro de personas para obligarlas a ejercer la prostitución, y traza paralelismos con el caso Marita Verón (se supo que Susana Trimarco, madre de Marita Verón, asesoró a los guionistas Marcelo Camaño y Guillermo Salmerón); El Elegido (2011), ficción en la que los dos protagonistas se cruzan por primera vez en un juicio por usurpación de tierras que involucra a pueblos indígenas.

En cuanto a los programas periodísticos, en la pantalla de Telefé comenzó a emitirse Ser Urbano (2003- 2004) conducido por Gastón Pauls, un programa en el que el conductor entrevistaba a gente marginada, prácticamente excluida del sistema; La Liga (2006- 2010), programa periodístico en el que se destinaba una problemática por cada capítulo, con la intención de generar conciencia, denunciando la ausencia de política estatal en varias ocasiones.

Durante los últimos diez años, se sucedieron circunstancias que generaron divergencia de opiniones y posturas, que generaron el debate dentro de diferentes escenarios. Paso a primer plano la necesidad de resolver los juicios por delitos de lesa humanidad, se puso en planteo la urgencia de modificar la Ley de Radiodifusión de la Dictadura, emergieron los grupos de militancia feminista y de Derechos Humanos, comenzaron a oírse voces oprimidas como las de los pueblos originarios, entre otros factores que dieron lugar a que la política se instale en nuevos espacios.

La televisión es capaz de captar esta sensibilidad social en la que los grupos, más allá de las ideologías políticas, de modo directo o indirecto, más o menos conscientes, son parte de espacios de discusión política. Ya sea por militar en una agrupación política universitaria, o por concurrir a un taller literario del Centro Cultural del barrio.
Deja de tener eficacia el programa tradicionalmente político y así se incluye en otros tipos de formatos para, al igual que en el aspecto social, llegar de manera más práctica y cotidiana.

sábado, 12 de marzo de 2011

Editorial

Durante los últimos diez años, en TELEFÉ la política dejó el espacio del programa político, representado por Bernardo Neustadt en Tiempo Nuevo, para ganar lugar dentro de otros formatos de su grilla, dejando de ser éste, un espacio donde se defendía el modelo neoliberal para adquirir una nueva perspectiva de compromiso social. Esto como resultado de que la televisión percibe los cambios que vive la sociedad argentina, en relación a los debates presentes en su seno y su contexto histórico-político.

A lo largo de la década del 90, los temas vinculados a la política eran abordados desde Tiempo Nuevo, conducido en sus inicios por Bernardo Neustadt y Mariano Grondona. Este era un programa con el formato clásico de periodistas e invitados, todos alrededor de una mesa redonda y, a u vez, poseía la particularidad de que los políticos que allí desfilaban eran los exponentes del Neoliberalismo que se afirmaba en nuestro país.

Mientras tanto, el resto de la programación, ficciones y programas de entretenimiento, basaban sus temáticas en cuestiones triviales y costumbristas, desde Grande Pá con Arturo Puig, hasta Ritmo de la noche con Marcelo Tinelli. Esto convertía a TELEFÉ en un espejo de la pizza con champán de la década menemista.

A partir de las voces que se hacían cada vez más fuertes, cuestionando el modelo Neoliberal, a fines de los 90, el canal decidió prescindir de su programa político emblema. Los nuevos debates surgidos en el seno de la sociedad luego de la crisis de 2001, las discusiones por otros modelos políticos, el respeto a los Derechos Humanos, configuraron un escenario social contrapuesto a la década pasada. El canal optó por incluirlos dentro de sus ficciones y especiales.

Tanto en la decisión de dejar fuera al programa de Neustadt, como en la de incluir aspectos políticos en formatos como las ficciones, dan cuenta de cómo la televisión, TELEFÉ en este caso, percibió la apertura de la conciencia social y la circulación de un nuevo discurso que puso en crisis el orden establecido. Y que tuvo su corolario en el Bicentenario argentino.

Por Sebastián Griffin y Malvina Liberatore